Riddikulus



Los personajes de Harry Potter pertenecen a J.K. Rowling.

Riddikulus
Por Regan

– Mañana, Pansy, Narcissa… Draco estará con nosotros.

Y Narcissa soltó un suspiro aliviada a la vez que Pansy soltaba un chillido parecido a una exclamación de felicidad.

La mañana sorprendió a Harry más descansado que nunca. Abrió los ojos lentamente y encontró que Draco descansaba en la misma cama, se había abrazado a él por la noche y así habían permanecido. Se sentía muy cómodo, el suave peso de Draco le proporcionaba el calor vital para mantenerse a buena temperatura en pleno invierno. Aunque en unas semanas, el invierno terminaría… y realmente deseaba que eso no impidiera que Draco lo siguiera abrazando para dormir.

Paso su mano lentamente por el cabello rubio, parecía increíble que ese cabello se mantuviera tan dócil incluso después de dormir. Harry hizo un gesto de envidia, su cabello no se mantenía así ni con mil toneladas de gomina. Quizá podría preguntarle a Draco qué Shampoo usaba… con o sin acondicionador, ¿Sería de ese para cabello lacio? Bajó su mirada por todo el cuerpo del rubio, ¿Todo el cabello de Draco sería lacio o habría…?

- ¿En qué piensas?

Harry tosió y se ruborizó un poco al darse cuenta que Draco estaba despierto y lo miraba fijamente, esperando una respuesta.

- ¿Yo? ¡Nada! Nada… - y se levantó de la cama como un rayo, para al segundo siguiente estar en la ducha.

Draco se encogió de hombros ¿Había preguntado algo malo? Se acomodó de nuevo en la cama, en el lugar que había ocupado Harry y donde todavía se podía sentir su calor, abrazó la almohada y se negó a levantarse.

Cuando el moreno salió de la ducha Draco estaba de nuevo paseando en los brazos de Morfeo, así que lo sacudió un poco para despertarlo.

- Si no te levantas Dean no te dará de desayunar.

A eso sólo recibió un gruñido por respuesta y que Draco cambiara su posición, pero seguía durmiendo.

- ¡No puedo creerlo! – Exclamó jalando al chico por los brazos – eres demasiado dormilón ¿Quién lo diría? – Otro jalón más – que el elegante y presumido rubio – otro jalón – fuera tan perezoso.

Y con un último jalón fuera de la cama, Draco fue a parar al piso junto con varias sábanas y con Harry de por medio; cuando el chico moreno perdió el equilibrio, se llevó con él una lámpara que estaba en la mesita de noche, al final el estruendo fue tan fuerte que se escuchó en todo el departamento y pisos más abajo.

- ¿Qué ocurre aquí? ¿Harry? ¿Draco?

Tres segundos después de la caída, Neville estaba en la puerta, varita en mano y dispuesto a petrificar al primero que se le cruzara por el camino.

- ¡Está bien…! – respondió Harry medio levantándose con apoyo de la cama, con sábanas y otros adornos caídos de la mesita enredados en su cuerpo.

Neville no pudo evitar soltar una carcajada por la apariencia de Harry.

Recién salido de la ducha, con el cabello totalmente húmedo, la bata de baño y un montón de sábanas enredadas en él. Draco no estaba en mejores condiciones, tenía cara de estar muy enfadado, en el piso, esperando a que Harry se levantara para poder salirse él de todo el enredo y había cruzado los brazos en señal de que estaba a punto de soltarse en un berrinche kilométrico.

- Tengan más cuidado cuando hagan estas cosas – guiñó Neville – no sean tan bruscos o se volverán a caer de la cama, con cuidado y lentamente es mejor.

Draco y Harry intercambiaron miradas horrorizadas y los colores se subieron a los rostros de ambos antes de negar con la cabeza y empezar a balbucear.

- No… eso…

- Nosotros no estábamos…

- Oh, no tienen que darme explicaciones – Y Neville entronó los ojos y cerró la puerta, dejando dentro de la habitación a una contrariada pareja.

- Bueno… - suspiró Harry mientras se desenredaba de las sábanas – al menos logré quitarte de la cama…

Draco agitó la cabeza de un lado a otro con una sonrisa en la boca.

…………………………………………………

Un desayuno rápido. Unas mordidas de pan, medio vaso de jugo y una manzana para el camino fue todo lo que pudo tomar Harry antes de correr hacia la chimenea.

Por el camino tomó por la cintura a Draco y le dio un corto y sencillo beso, pero antes de dar la vuelta lo miró a los ojos y fue como si el tiempo se detuviera. Había algo extraño, un mal presentimiento latente en su corazón, pero se limitó a regresar y repetir el beso antes de salir disparado hacia el Ministerio, donde un grupo de aurores ya lo debían estar esperando para la misión que tenían ese día: Buscar a los mortífagos responsables de llegar hasta su cabaña y del ataque a Draco la última vez.

Aterrizó en la zona de chimeneas de la división de aurores y todavía tuvo que caminar a paso rápido por varios pasillos girando a la izquierda, derecha, derecha, izquierda, tantas veces que, de no ser por que él ya se había acostumbrado a los pasillos de Hogwarts, seguramente se encontraría perdido. Al fin llegó al lugar que buscaba y abrió rápidamente la puerta.

Al entrar, como esperaba, había toda una legión de aurores dispuestos con las pruebas que recién se habían encontrado, trabajando duramente en hechizos que les permitieran reconstruir los acontecimientos y ligarlos a alguna persona. Todos eran sospechosos hasta que se demostrara su inocencia. Una bruja de cabello revuelto que a Harry se le antojó bastante parecida a Hermione se acercó a él con varios folios en la mano.

- Creo que los tengo – declaró orgullosa acomodándose las lentillas en la nariz.

Harry le sonrió a la chica y tomó los folios para hojearlos mientras la otra explicaba detenidamente todo lo que ella y el equipo de inteligencia del Ministerio habían descubierto en el menor tiempo posible.

- Sospechamos – comenzó ella ajustándose los lentes con una molesta manía – que es un grupo de mortífagos que no llegaron a recibir la marca por cuestiones de edad… sabes que el Lord no permitía por aquellos tiempos que nadie menor de diecisiete le sirviera, por considerarlos… inútiles potenciales…

Harry la miró horrorizado, la frialdad de las palabras de la chica le recordaban al mismísimo Lord.

- Sólo trataba de dramatizar – comentó ella restándole importancia.

El caso es – continuó – que el grupo no excede las cinco personas, por lo que con una sola legión de aurores bastará y sobrará. La cuestión fue identificar exactamente de quiénes estábamos hablando, no se trataba de localizar marcas oscuras en sus antebrazos como hasta ahora lo habíamos hecho… ni tampoco se trataba de ir por ahí tratando de apresar a todo ex Slytherin que nos topáramos… - En este punto Harry recibió una mirada significativa.

Sí, tenía que admitir que su primera reacción fue atribuir los ataques a cualquier Slytherin que recordara, pero no era su culpa, ellos se habían ganado su desconfianza a base de muchos esfuerzos, no los iba a subestimar. “Un momento…”, de pronto una gran inseguridad se apoderó de su mente.

- ¿Intentas decir que no es de Slytherin el grupo que detectaron?

La chica sonrió complacida y se encogió de hombros antes de responder.

- Bueno… la mayoría sí, lo son…

Harry cruzó los brazos con autosuficiencia, entonces no se había equivocado.

- Pero me temo que el cabecilla del grupo no es quien nos esperábamos, señor Potter.

El moreno palideció al momento en que la chica le mostraba una hoja en especial, en el que se encontraban fotografías y datos del supuesto líder.

- No…

La chica acomodó sus lentes con nerviosismo, la reacción del Chico Que Vivió la asustaba.

- Sí… de hecho… señor Potter, hemos identificado una casi imperceptible red de acción de energías oscuras que hasta ahora no habían detectado nuestros sensores: justo en este parámetro – prosiguió señalando una nueva hoja – que curiosamente, si mira la dirección del chico que suponemos el líder, abarca el área de su ca…

Harry arrojó los papeles que la chica le extendía con un brazo y salió corriendo por la puerta, dispuesto a correr por los inmensos pasillos hasta llegar a las chimeneas. Tenía que llegar al departamento y tenía que hacerlo rápido.

- …sa. - concluyó la chica con los ojos muy abiertos mientras veía a Harry correr por entre los aurores, empujando a quien se le pusiera en el camino. – ¡Señor Potter! – gritó desesperada, para salir corriendo tras él - ¡Señor Potter! ¡Es que aún no le he dicho todo!

Aunque en medio de su carrera el chico podía captar los gritos desesperados de la bruja que corría tras él no se podía detener a charlar tranquilamente con ella sobre lo que el ministerio sabía o no o sospechaba, no cuando sabía que Draco se hallaba en peligro… en grave peligro.

- No, no, no, no… - repetía agitadamente mientras giraba por los pasillos, maldiciendo interiormente a quien hubiera diseñado aquel edificio.

- ¡Señor Potter…! ¡Sospechamos de la influencia de un hechizo…! – alcanzó a decir la agitada bruja antes de ver desaparecer a Harry entre llamas verdes – un… hechizo… de… imperius… - terminó agitada, pero Harry ya no la escuchaba.

…………………………………………………

Harry aterrizó en la chimenea de un departamento contiguo, donde sabía que vivían dos brujas hermanas a las que había saludado un par de veces en su estancia en el edificio. La chimenea del departamento de Neville y Dean estaba desactivada, alguien la había desactivado pero ¿Por qué?

Una de las brujas, que se encontraba en casa soltó un alarido al ver que un desconocido al que apenas había visto un par de veces bajaba por su chimenea, cubierto de polvo y corría por toda su casa hasta la puerta para luego salir como un huracán.

- Definitivamente… creo que me cambiaré de vecindario.

La puerta del departamento estaba cerrada, eso de cualquier forma, era una buena señal, intentó abrirla con la llave que Dean le había dado pero esta no funcionaba. Entonces intentó con todos los hechizos para abrir puertas que recordaba. Nada. Se empezaba a desesperar…La puerta no quería abrir, como si escondiera algo macabro dentro…

Y entonces el rostro de Hermione vino a él y los millones de libros que la chica había leído también. Así que, dándose de topes por no haberlo recordado antes dio un paso hacia atrás y apuntó hacia la puerta.

- Bombarda.

La puerta se vino abajo en una nube de polvo, totalmente destruida, aún no terminaban de esparcirse los escombros cuando Harry cruzó por ella, esperando con todo su corazón que lo único que encontrara fuera a un muy molesto y empolvado Dean riñéndole por destruir su hogar.

Pero lo que se encontró no fue precisamente la mejor escena.

Un grito intentó salir de su garganta, pero se quedó atorado allí, mientras el mundo alrededor daba vueltas y se ponía borroso, sus ojos se humedecieron, conteniendo lágrimas silenciosas y su respiración se agitó. Antes de darse cuenta había caído de rodillas en el piso, con la varita fuera de su alcance y su vista fija al frente.

Su peor temor hecho realidad… la imagen misma de la devastación.

Draco… muerto. En el piso… con los ojos abiertos, muerto por la maldición letal. Avada Kedavra.

- No – susurró, limpiándose las lágrimas con furia.

Avanzó hacia el cuerpo y lo levantó en sus brazos, lo abrazó con fuerza y lloró.

- No… no… - repetía sin parar aferrando con todas sus fuerzas el cuerpo.

- ¡Harry! – exclamó Neville apenas entró al departamento. Dean y él habían colocado hechizos para que les avisaran si algo andaba mal en casa. Desde hacía media hora Neville había estado recibiendo las señales, pero no había podido de salir del área de emergencias de San Mungo hasta entonces.

Neville se acercó y miró atónito el cuerpo del rubio… no podía ser… no podía ser así…

Harry se separó del cuerpo y se levantó, intentando mirar hacia otro lado para evitar la mirada de compasión que seguro recibiría del medimago. Pero nada lo preparó para el grito que soltó Neville en cuanto el cuerpo de Draco se transformó para acto seguido convertirse en el de Dean. El sanador se quedó en shock, con los ojos vidriosos y no pudo articular palabra ni movimiento alguno.

Y entonces el moreno comprendió todo y se recriminó por su estupidez, tanto entrenamiento como auror y al final se había dejado llevar por una de las trampas más estúpidas.

Corrió hacia su varita y la tomó con manos aún temblorosas, sin embargo su voz sonó más segura que nunca cuando gritó:

- Riddikulus.

Y el cuerpo que yacía en el piso se transformó con un sonido bastante molesto en una imagen que Harry había conservado para la posteridad: Severus Snape vestido con las ropas de la abuela de Neville. “Sabía que algún día podía usar esa mala imagen mental para algo útil…”

Con la respiración aún agitada y los ojos irritados por el reciente llanto Harry se acercó a Neville.

- Tenemos problemas.

Neville asintió sin realmente prestar atención, con los ojos desorbitados y el corazón claramente acelerado.

Mirando el departamento con detenimiento no faltaba nada, nada estaba fuera de su lugar, el lugar no parecía haber sido forzado y no había signos de violencia. Y eso hizo que Harry volviera a palidecer, entonces los informes no estaban equivocados.

- Neville… tenemos graves problemas… es algo… con…

- Dean – Completó el medimago parpadeando y comprendiendo todo. Su pareja se había comportado demasiado extraño la noche anterior y aún peor esa mañana.

Esa mañana cuando Harry y él se habían despedido para ir a sus trabajos. Y lo habían dejado solo. Sólo con Draco.

Harry asintió y se apresuró a activar la chimenea, Neville se introdujo con él y ambos llegaron al Ministerio.

Cuando Harry entró en el recinto, empapado en sudor por haber corrido como nunca en su vida, se hizo el silencio total. Los aurores detuvieron lo que hacían y voltearon su vista hacia él y hacia su compañero, Neville, que aún llevaba cara de susto.

- Legión… aurores… ahora…

Fueron todas las palabras que necesitaron. Hubo un revuelo general y dos minutos después una decena de aurores desaparecía del Ministerio.

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