Despertar



FIDELIO

Disclaimer: Harry Potter y sus personajes no me pertenecen a mí sino a JK Rowling, yo sólo se los tomo prestados porque tengo mucho tiempo libre y demasiada imaginación.

Advertencia: Este fic es Harry/Draco (es decir, chico/chico) y transcurre tras El Príncipe Mestizo. Léelo bajo tu responsabilidad.

Nota al 5º capítulo: este capitulo transcurre una semana después que el anterior, aunque hay flashbacks que conectan con el final del cuarto.

Capítulo 5: Despertar

Harry no podía precisar con exactitud qué hora era, pero, con toda seguridad, aún quedaba bastante para el amanecer. La habitación estaba completamente a oscuras y sumida en un profundo silencio... roto tan sólo por la suave respiración del chico que yacía a su lado.

El Gryffindor respiró profundamente, intentando controlarse. A pesar de que ni siquiera podía verle (a la oscuridad se le sumaba su tremenda miopía) era plenamente consciente de la presencia de Draco junto a él. Escuchaba su respiración, percibía su olor, sentía su calor, y hasta era capaz de precisar el más mínimo movimiento que hacía su cuerpo. Sus cinco sentidos estaban centrados en el Slytherin. El más pequeño roce con él hacía que se le erizase el pelo y contuviera la respiración. Era, en todos los términos, una auténtica tortura.

Cerró los ojos, intentando conciliar el sueño. Aunque, por experiencia, sabía que no lo conseguiría.

Había pasado una semana desde que había tenido la genial idea de dormir en la cama de Draco. Al final Malfoy y sus amigos iban a llevar razón: su buena voluntad Gryffindor acabaría perdiéndole. Porque había sido compasión, o eso pensaba él en su momento, lo que le había llevado a levantarse de su cama en plena noche, despertar a un sudoroso y aterrado Draco de una de sus habituales pesadillas, y pedirle que le hiciera sitio a su lado arriesgándose a perder todo el terreno que llevaba ganado con el Slytherin. Había pensado, con su habitual buena voluntad, que quizá así podría dormir del tirón alguna noche. Y, un repentino cosquilleo en su estómago (indefinible en aquel primer momento) le animó a plantearle la cuestión a su nuevo amigo.

Ahora, siete días después, se confirmaba que el plan había dado resultado. Los terroríficos sueños de Draco parecían haber cesado casi por completo, y, por primera vez en mucho tiempo, había podido descansar durante toda la noche.

Pero, en cambio, Harry, que ya antes dormía bastante poco, se había convertido prácticamente en insomne. Lo que no le importaba demasiado; ya había sufrido alteraciones del sueño antes, en numerosas ocasiones.

Lo realmente preocupante es que, esta vez, no era el recuerdo de Voldemort, de Sirius, de Dumbledore o de Cedric Diggory los que le impedían dormir.

No. Su insomnio estaba provocado, esta vez, por Draco Malfoy.

Y eso sí que le molestaba.

Porque le había resultado muy fácil parapetarse tras su bondad Gryffindor cuando empezó a ayudar al Slytherin, cuando empezó a interesarse por él, y cuando, tras el apretón de manos más memorable de su vida, se descubrió a sí mismo pasando los días en su compañía. Al fin y al cabo, el pobre Malfoy estaba herido y solo en el mundo. Él, Harry, sólo se había acercado por compasión, porque, de alguna forma, se sentía identificado con su situación.

Incluso cuando pasaron los días y la confianza aumentó exponencialmente, le fue fácil sortear la evidencia. Tras la fachada que Draco Malfoy le había mostrado durante seis años, descubrió a un joven inteligente, agradable y con sus mismos gustos. Incluso había empezado a apreciar la ironía de Draco, su sarcasmo que, ahora, en vez de ser hiriente era ingenioso. Se dijo a sí mismo que, al fin y al cabo, Hermione y Ron le ignoraban. No era raro que hubiese acabado llevándose bien con Draco. No era extraño que hubiese terminado haciéndose amigo de la persona a la cuál había odiado durante toda su etapa escolar.

Pero, cuando empezó a compartir cama con él, cuando sintió por primera vez su cuerpo dormido rozando apenas el suyo... tuvo que rendirse a la evidencia de que algo nuevo estaba pasando. Porque no entraba dentro de la lista de valores de su casa el sentir un cosquilleo cuando Draco lo tocaba, el pasar horas pensando en él, o en quedarse extasiado mirándole cuando, al alba, la luz permitía que viese su rostro sumido en un profundo sueño.

No recordaba haberse sentido de esa forma con respecto a nadie. Y tampoco recordaba esa sensación asfixiante, imperiosa, que le alcanzaba cuando veía su cabeza en la almohada, a pocos centímetros de la suya. Noche tras noche, se dio cuenta de que todo su cuerpo clamaba por tocarle, por abrazarle, por...

Suspiró de nuevo.

...por besarle.

Nunca, nunca, se había sentido así. Ni siquiera con Cho o con Ginny. Su relación con ambas chicas había sido de lo más pausada, de lo más tranquila. Muchas horas de conversación, abrazos para saludarse o despedirse y algún esporádico y breve beso. Pero nunca, jamás, ese deseo tan intenso, esa necesidad de tenerlas entre sus brazos. Y ese peso en su corazón provocado por la frustración de no poder hacerlo.

Maldita sea...

Intentó relajarse, abstraerse de la presencia de Draco. Y su mente volvió, sin apenas ser consciente, al primer despertar que ambos tuvieron juntos...

Como cada mañana, Draco despertó cuando los primeros rayos de luz penetraron en la habitación, perturbando su sueño. Pero, al contrario que todos los días, una sensación de paz, de descanso, de haber dormido bien para variar, le invadió en cuando despertó. Aún un poco adormilado, en ese estado en el que todavía no se está completamente despierto, Draco pensó que, por una vez, Voldemort, sus padres y su padrino habían desaparecido por completo de sus sueños. Al menos había tenido una noche de relativa paz. Satisfecho, suspiró mientras enterraba su cabeza en el hombro de Harry...

Un momento.

Draco se quedó paralizado, y en ese momento su cabeza se despejó completamente. La noche anterior se había quedado dormido de espaldas a Harry, lo recordaba muy bien. Ahora, sin embargo, podía sentir perfectamente un cuerpo junto al suyo... y no sólo eso...

Se arriesgó a abrir un ojo.

¡Maldición!

Harry seguía en la misma postura que el día anterior, boca arriba en su lado de la cama. Él, sin embargo, en algún momento de la noche se había dado media vuelta, apretándose contra Harry y...

Draco miró con incredulidad su brazo, colocado sobre el pecho del Gryffindor. No, no podía ser. ¿Había acabado abrazando a Harry?

Durante unos instantes se quedó completamente inmóvil, temeroso de que cualquier movimiento pudiera despertar al otro. En esos momentos sólo pensaba en una solución para salir airosamente de aquella embarazosa situación; lo que menos quería es que Harry despertase para encontrarse con semejante estampa.

Respiró profundamente, armándose de valor, y, lentamente, empezó a retirar el brazo, intentando rozar a Harry lo menos posible.

Pero, en el momento en el que dejó de tocar el cuerpo del Gryffindor, la mano de éste pareció cobrar vida de repente, atrapando la suya.

- ¡Te pillé! -exclamó Harry, abriendo los ojos y girándose hacia él con una sonrisa.

Draco se quedó paralizado, incapaz de moverse. Su brazo volvió a su posición original, encima del torso de Potter. La sangre se le agolpó en las mejillas, y dio gracias a Merlín de que Harry no llevase las gafas puestas... aunque la alegría le duró poco, porque al instante el moreno tendió la mano hacia la mesilla.

- ¿Estabas despierto? -balbuceó Draco, cuya mente trabajaba a toda velocidad en la ardua tarea de encontrar una salida mínimamente digna a aquella situación.

- Desde hace un rato -admitió Harry, colocándose las gafas-. No he podido dormir mucho. No por tu culpa -añadió rápidamente-. Tenía demasiadas cosas en la cabeza, y me he desvelado.

Al fin, se giró a mirar a Draco. Éste tragó con fuerza, temeroso de la reacción del Gryffindor. Pero Harry se limitó a mirarle.

- ¿Has dormido bien? -preguntó.

Draco alzó las cejas. ¿Que si había dormido bien¡Merlín! Se despertaba abrazado al que había sido su enemigo durante seis años... ¿y lo único que se le ocurría era preguntarle que si había dormido bien!

Harry pareció leer la estupefacción en el rostro del rubio. Bajando la mirada hacia el brazo de éste, sonrió.

- Ah, sí, eso -murmuró, encogiéndose de hombros. Después esbozó una sonrisa sarcástica-. Bueno, mientras no tengas pesadillas, no me importa que me utilices de osito de peluche, Draco.

Draco frunció el ceño. Un instante después, la almohada se estrellaba contra la cara de Harry, quien empezó a reírse a carcajadas.

Sonrió al pensar cómo había trivializado la situación, haciendo que Draco olvidara su vergüenza. Olvidándose él mismo de su propia incomodidad.

Había sido la única salida que había encontrado. De haber hecho cualquier otra cosa, de haber respondido seriamente, Draco lo habría notado. Habría leído en su cara cómo se había sentido Harry cuando despertó para descubrir que su antiguo enemigo estaba abrazándole, y entonces, invariablemente, habría sabido que le había gustado.

Le había gustado... cerró los ojos con fuerza. No era posible, no podía ser posible. No podía sentirse así respecto a Draco. No era normal. No...

Un gemido le devolvió a la realidad que, ciertamente, nunca había abandonado del todo, la realidad de Draco Malfoy durmiendo a su lado. Sintió cómo su cuerpo se movía, cómo era desplazado sobre el colchón. No podía verle, pero estaba seguro de que tenía el rostro contraído en una mueca de miedo.

Desechó todas las dudas de su mente, y se giró en la cama hacia él. Draco murmuraba entre sueños, palabras ininteligibles pero, sin duda alguna, cargadas de terror. Y Harry, como llevaba haciendo desde hace una semana, no dudó.

Tanteó su cuerpo en la oscuridad, y se pegó a él al tiempo que le rodeaba la cintura con el brazo. La reacción de Draco no se hizo esperar: sin despertarse, se giró hacia Harry y se apretó contra él, abrazándole a su vez.

Harry contuvo la respiración cuando sintió la cabeza de Draco enterrándose en su pecho. Al instante volvió a escuchar la sosegada respiración del Slytherin. El moreno dejó vagar por unos segundos sus dedos por la espalda de Draco, y, al fin, se detuvo.

Cerró los ojos, de nuevo. ¡Quién le iba a decir a él que casi acabaría rogando para que Draco sufriera pesadillas! Ahora sí estaba seguro de poder dormirse. La frustración, si no completamente, había desaparecido en parte.

Se relajó, sintiendo como en un sueño el calor de Draco contra su piel. Y, dejándose llevar por el rumor de su respiración, se quedó completamente dormido.

- ¡Harry¡¡Harry!

El grito y los golpes que le siguieron le despertaron bruscamente. Abrió los ojos, y distinguió apenas los contornos de la iluminada habitación.

- ¡Harry! -volvió a escuchar, y esta vez no tuvo ningún problema en distinguir la voz de su amiga Hermione.

- ¿Sí? -contestó.

Mal hecho.

Justo en ese momento se dio cuenta. Seguía abrazado a Draco, en la misma posición en la que al fin había conseguido conciliar el sueño la noche anterior. Sintió el cuerpo del Slytherin tensarse bajo sus brazos, al tiempo que le oía mascullar algo. Sin embargo, no se detuvo a escuchar qué tenía que decir el rubio respecto a la situación. De un salto, haciendo gala de sus reflejos de buscador, se desasió de su abrazo y se puso en pie.

- ¿Estáis despiertos? -preguntó Hermione.

- No, te respondemos porque seguimos dormidos -murmuró Draco en tono irónico, casi al mismo tiempo que Harry asentía.

- La señora Weasley quiere que bajéis a desayunar ya -informó Hermione- es tarde.

- De acuerdo, Hermione, ya bajamos -replicó Harry, aún con los nervios en tensión.

Sin embargo, Hermione Granger no parecía tener la más mínima intención de entrar en la habitación de los dos chicos. Simplemente, se alejó de allí, y sus pasos se perdieron en el pasillo.

Un doble suspiro de alivio se dejó escuchar en la habitación.

- Demos gracias a la buena educación de Granger -murmuró Draco, y Harry escuchó cómo se incorporaba y se ponía en pie.

- De todas formas no nos habría pillado -respondió Harry, aún envuelto en su ceguera.

- Oh, sí. Muy aguda tu intervención, Harry -le llegó la respuesta sarcástica de Draco. El aludido frunció el ceño, pero no se movió. No veía tres en un hipogrifo. Tenía calculada la distancia desde la cama a la mesilla, pero, de pie como estaba en mitad de la habitación, se sentía desorientado.

De repente, sintió que alguien le agarraba del brazo e, instantes después, algo que parecían sus gafas acercándose a su rostro. La nube que cubría sus ojos se diluyó, y su entorno volvió a cobrar formas y colores definidos.

Empezando por el rubio que le sonreía, burlón.

- Gracias -dijo Harry, acomodándose las gafas para ocultar su incomodidad.

- De nada -replicó Draco-. Y ahora, ingenioso Harry Potter, dime¿qué excusa ibas a ponerle a Granger cuando ella se fijara en que tu cama está impecablemente hecha aunque, supuestamente, acabas de despertarte?

Harry se giró, y supo que Malfoy tenía razón. La cama deshecha en donde ambos habían dormido contrastaba con aquélla que, supuestamente, debería haber ocupado él... la misma que no se usaba desde hacía una semana, aunque, evidentemente, nadie más que ellos lo sabían.

Volvió a mirarle.

- ¿Te imaginas la cara que habría puesto Hermione?

Un instante después, los dos estaban riendo a carcajadas. Entre risas, Draco se dirigió a su cama, y, como todas las mañanas, arregló las sábanas con la ayuda de Harry. Molly Weasley estaba impresionada al ver lo pulcros que se habían vuelto los dos chicos. Ni siquiera se le había ocurrido pensar que, en realidad, lo hacían para que nadie sospechara de su engaño.

Harry observó de reojo a Draco mientras éste se movía por la habitación. La cojera había remitido, y parecía usar su pierna con absoluta normalidad. Por eso, enarcó las cejas en un gesto de sorpresa cuando el Slytherin buscó el bastón de Lucius.

- ¿Para qué lo quieres? Ya no lo necesitas.

Draco le miró con confusión, como si él mismo acabara de darse cuenta. Después bajó los ojos hacia el bastón, dándole vueltas entre sus manos. Harry pensó que, después de tanto tiempo usándolo, se sentía raro sin él. Al fin y al cabo, era lo único que le quedaba de su padre.

- ¿Lo dejo aquí? -preguntó en tono extraño, dirigiendo una mirada furtiva a la puerta por encima de su hombro.

Harry parpadeó.

- ¡Pues claro¿Dónde si no?

- ¿Estará seguro? -preguntó a su vez Draco, mirándole-. Nadie va a entrar para llevárselo... ¿verdad?

El Gryffindor le devolvió la mirada, perplejo. La actitud de Draco le desconcertaba. Parecía nervioso ante la simple idea de desprenderse por unos minutos del bastón...

Se acercó a él, y, suavemente, se lo quitó de las manos. Draco lo dejó hacer, lo que representó una auténtica prueba de lo mucho que había llegado a confiar en él. Se limitó a mirarle, impasible, mientras Harry guardaba el bastón de Lucius en el interior de su propio baúl.

- Ahí nadie mirará -aseguró, poniéndose de nuevo en pie. Aunque no entendía por qué, estaba claro que la sola idea de perder el dichoso bastón llenaba de terror a Draco. Y decidió atajar el problema de la manera más fácil.

Draco asintió con la cabeza. Harry le colocó una mano en el hombro.

- ¿Vamos?

El Slytherin asintió. Los dos salieron de la habitación, aún en pijama. Al llegar al pie de la escalera, instintivamente se giró hacia Draco para agarrarle, y entonces recordó que su amigo ya se había recuperado de su lesión.

Pero, para su sorpresa, encontró el brazo de Malfoy enlazándose con el suyo. Alzó las cejas, mirándole.

- Todavía me duele un poco -se justificó Draco ante la muda pregunta.

Y Harry asintió sin decir nada. Aunque lo cierto es que sentía poco menos que eufórico cuando empezó a bajar las escaleras. Últimamente había descubierto que el tocar a Draco siempre le hacía sentir así. Más o menos en el mismo momento en el que descubrió que estar con él le hacía sentir bien. Últimamente...

Resultaba curioso lo pronto que ambos se habían adaptado a aquella situación. En unos cuántos días habían pasado de odiarse a muerte a ser amigos. En una semana, se habían convertido, casi, en amigos íntimos. En el más literal sentido de la palabra.

Harry reflexionó mientras bajaban las empinadas escaleras de La Madriguera. Qué pronto se había acostumbrado a despertar con Draco Malfoy entre sus brazos. Desde aquella primera vez, hacía una semana, en la que descubrió que la imagen del rubio abrazándole entre sueños hacía que se le secara la garganta, habían pasado muchas otras.

Y qué sencillo resultaba tomarlo todo con naturalidad, separarse de Draco cada mañana como si aquéllo fuera lo más normal del mundo. Convencerse a sí mismo de que lo hacía por mitigar su miedo, por evitar que volviera a despertarse entre gemidos de terror...

...hasta que se sorprendió al descubrirse a sí mismo deseando que volvieran de nuevo aquellos sueños, para que así Draco tuviera que buscar la seguridad de su cuerpo en mitad de la noche. Para que, sin ni siquiera despertarse, volviera a abrazarle.

Porque sólo entonces era capaz Harry de conciliar el sueño.

Qué rápido se había acostumbrado a dormir estrechando su cuerpo contra el suyo.

Y cuánto habían cambiado las cosas desde aquella primera mañana...

- Idiota -murmuró el Slytherin, aunque en el fondo se sentía aliviado. Harry había conseguido eliminar la tensión que sentía al tomárselo con tanta ligereza.

- Siempre ha sido fácil cabrearte -admitió Harry sonriendo de oreja a oreja.

- Mira quién fue a hablar -replicó Draco, dejando la almohada en su sitio-. Y no seas tan escandaloso, podrían escucharnos, y entrar a ver qué pasa, y...

Harry asintió.

- Y preguntarse qué hacemos tú y yo en la misma cama -completó la frase, lanzando una mirada penetrante al rubio.

- Exacto, Harry. Y no les culparía, porque yo tampoco lo sé.

Al instante se arrepintió de haber hablado tanto. Harry volvió a mirarle, ahora completamente serio.

- ¿Te molesta? -preguntó, temeroso de escuchar la respuesta. El día anterior se había dejado llevar por la extraña empatía que empezaba a sentir hacia Draco... ahora se preguntaba si no habría abusado de su confianza, aunque en todo momento había tenido la sensación de que Malfoy estaba tan cómodo como él.

- No -negó el Slytherin con vehemencia. A punto estuvo de dejar escapar una carcajada. ¿Molestarle? Si Harry supiera... si Harry tuviera tan sólo una remota idea del cosquilleo que le recorría el estómago cada vez que sus cuerpos se rozaban...

Si Harry supiera eso, no habría dormido contigo. Ni siquiera se te acercaría. Nuevamente allí estaba esa vocecilla para echar por tierra sus ilusiones.

- ¿Entonces? -insistió Harry, devolviendo a Draco a la realidad. A éste le costó unos segundos volver a situarse en la conversación.

Volvió a tumbarse en la cama, boca arriba, evitando mirar a Harry.

- No me molesta. Me extraña.

- ¿Te extraña?

Draco respiró profundamente antes de continuar.

- Harry... te estoy muy agradecido por todo lo que has hecho por mí -empezó, en el tono de voz más sincero que Harry le había escuchado nunca emplear-. Desde hace un año, mi vida ha sido un infierno. Desde que El-que-no-debe-ser-nombrado se... -se detuvo en seco, corrigiéndose al instante- me encargó que matara a Dumbledore, todo se ha ido desmoronando alrededor mío... He perdido a mis padres, a mi padrino...

- Draco -le detuvo, Harry, preocupado-. No hace falta que...

- Déjame terminar -le pidió el Slytherin, y, esta vez sí, giró la cabeza para mirarle, clavando sus ojos grises en los verdes de Harry. El moreno contuvo un escalofrío-. Antes de que llegaras tú, todo me resultaba insoportable. Ahora... ahora por lo menos no me siento tan solo.

- ¿Entonces¿dónde está el problema? -preguntó Harry, enternecido por el agradecimiento de Draco, pero aún preocupado.

- El problema es que no consigo olvidar que durante seis años hemos sido enemigos acérrimos -planteó Draco sin ambages-. Prácticamente desde que llegamos a Hogwarts empecé a hacerte la vida imposible...

Se detuvo al ver que Harry sonreía. El moreno estaba tan aliviado que a punto estuvo de reír. ¡Así que era eso!

- ¿Hacerme la vida imposible¿Tú? -respondió Harry, negando con la cabeza-. Draco, tú y yo fuimos enemigos prácticamente desde el primer momento en el que nos vimos. Somos miembros de dos casas diametralmente opuestas, estábamos destinados a odiarnos.

- Pero aún así...

- Pero aún así, a pesar de ser mi enemigo -le interrumpió Harry con una mirada enigmática- me has hecho menos daño que el que tú crees.

- Me he burlado de ti -insistió Draco, que había tenido que armarse de valor para plantear el tema, y no estaba dispuesto a dejarlo pasar ahora-. He intentado tirarte de la escoba. He... bueno, ya ni recuerdo todas las cosas que te he hecho.

- ¿Y crees que eso me dolió? -preguntó Harry, sonriendo tristemente-. No me importaba que tú me insultaras, Draco, eso era de esperar. Al fin y al cabo, eras un Slytherin -confesó el moreno, incorporándose en la cama-. ¿Quieres saber lo que realmente me molestó en estos seis años de escuela¿Quieres saber lo que, en su momento, me dolió y me deprimió? Que mis compañeros de Gryffindor me dejaran de lado cuando más necesitaba de su apoyo. Que Hufflepuff y Ravenclaw se unieran a vosotros contra mí cuando me seleccionaron para el Torneo de los Tres Magos. Que mi mejor amigo dejara de hablarme porque pensaba que había hecho trampas. Que ni siquiera mis compañeros de casa creyeran que Quien-tú-sabes había regresado...

Suspiró, frotándose las sienes. Recordar era más duro de lo que parecía. Al momento sintió una mano que se posaba en su hombro, y, cuando abrió los ojos, descubrió que Draco también se había incorporado y lo miraba.

- Debió ser difícil para ti -murmuró.

Harry asintió.

- Más de lo que piensas. Todo el mundo me trata como a un héroe, como al famoso Harry Potter, el-niño-que-vivió, pero, en realidad, sólo puedo contar con Ron y con Hermione... a veces ni siquiera eso -terminó en tono amargo, recordando lo que había pasado hacía un par de días.

Draco asintió, pensativo.

- Yo también me sentía solo -confesó, al fin, segundos después-. A mí todos me trataban como al hijo de Lucius Malfoy, el futuro mortífago, la futura mano derecha del Innombrable. Tenía una cohorte de aduladores, pero ningún amigo de verdad... nadie se atrevía a convertirse en el mejor amigo de alguien que estaba destinado a ser uno de los más leales servidores del Señor Tenebroso...

- Al final vamos a descubrir que tenemos más en común que lo que nosotros mismos pensamos... -observó Harry, levantando una ceja-. De cualquier modo, Draco, deja ya de preocuparte por lo que hiciste.

- No puedo olvidarlo -replicó Draco, bajando la cabeza-. Han ocurrido tantas cosas entre nosotros... ¡por Merlín, Harry, te rompí la nariz en el expreso de Hogwarts!

- ¿Y qué me dices de lo que pasó en los aseos de Myrtle la Llorona? -contestó suavemente Harry-. Yo no te rompí la nariz, pero casi te mato.

- Hiciste bien -respondió Draco, sonriendo levemente- porque yo iba a hacerte algo peor. Me puse furioso al saber que me habías visto llorar...

Se detuvo, perdiéndose a sí mismo entre una marea de recuerdos, todos trágicos. Harry le palmeó suavemente el brazo, y el Slytherin le miró.

- No pienses en eso, Draco. Y escucha...

Draco cedió y clavó sus ojos grises en los de Harry. Éste se quedó absorto durante unos segundos, observándole como hipnotizado. Después, se forzó a sí mismo a volver a la realidad, y a retomar el hilo de la conversación.

- Dices que te resulta raro esto. Bien, a mí también, no puedo negarlo -confesó, sin apartar un solo segundo la vista de Draco-. Es cierto que durante seis años tú y yo no nos hemos llevado precisamente bien, y no niego que he llegado a odiarte bastante.

- ¿Entonces?

- Entonces vi cómo te trataban y me sentí mal por ello. Y me dije que, aunque hubieras sido mi peor enemigo en Hogwarts, no eras tan malvado como para que te trataran así.

- Yo metí a los mortífagos en Hogwarts, Harry -le interrumpió Draco en tono firme-. Yo intenté matar a Dumbledore.

Harry esbozó una sonrisa enigmática. El rubio no tenía ni idea de que él había estado en la torre aquella noche. Por el momento, decidió reservar esa información, no muy seguro de cómo se lo tomaría Draco.

- Pero no lo mataste tú, y eso es lo que cuenta.

- ¿Adónde pretendes llegar, Harry? -preguntó Draco en tono impaciente, cruzándose de brazos. No le apetecía discutir sobre aquél tema, ni con Harry ni con nadie.

El Gryffindor percibió la incomodidad de Draco y se apresuró a contestar.

- A que ese día, lo admito, acudí a ti en parte por compasión... en parte porque no tenía otra cosa que hacer -el rostro de Draco se ensombreció, recordando la pregunta que le había hecho a Harry cuando ambos estaban en el jardín de La Madriguera-. Pero desde ese día he descubierto que eres un chico muy diferente al que yo conocí en Hogwarts. No sé si porque allí estabas obligado a ser desagradable conmigo, o porque querías vengarte de esa primera vez en la que te rechacé tan bruscamente. El caso, Draco, es que ahora me siento cómodo estando contigo, y creo que a ti te ocurre lo mismo. Por supuesto que entre ambos ha corrido literalmente la sangre, pero... -se encogió de hombros- sólo puedo decirte que me gusta ser tu amigo, Draco Malfoy.

El rubio levantó una ceja.

- Yo no te voy a decir que me siento bien contigo. Ya he dormido abrazado a ti, mi cupo de sensibilidad diario se ha agotado.

- No hace falta que digas nada -replicó el moreno, sonriendo-. Simplemente olvidemos lo que ha pasado entre nosotros durante estos seis últimos años.

- Por mí de acuerdo -resolvió Draco, poniéndose en pie-. Por cierto¿significa eso que ya no estás conmigo porque te aburres?

Harry le dirigió una mirada enigmática mientras se levantaba.

- Bueno... digamos que he descubierto que el Slytherin arrogante e insoportable con el que me he pasado peleando seis años de mi vida puede ser una compañía agradable -respondió en tono sarcástico, agachándose para coger el bastón y dárselo a Draco.

- Lo mismo digo de ti, Gryffindor. Ganas bastante cuando no estás en clase haciendo de San Potter.

- Y tú cuando no estás rodeado de tus perros guardianes, intentando demostrarle al mundo lo malo que eres.

Draco esbozó una sonrisa triste, y miró a Harry durante un segundo antes de dirigirse a la puerta.

- Eso es porque delante de ti no tengo que fingir ser lo que no soy, Harry -confesó antes de salir de la habitación, dejando detrás a un perplejo Gryffindor.

Nota de la autora: Bueno, esto se ha retrasado un poco, principalmente por dos razones. Empiezo los exámenes finales en poco menos de una semana, y he sufrido una repentina falta de inspiración (no es es que no supiese qué hacer, sino que tenía varias ideas en mente y no tenía muy claro por dónde empezar). Además lo que al principio iba a ser un capítulo se convirtió en dos cuando me di cuenta de que tenía más de 20 páginas escritas. Este es el primero, el siguiente lo colgaré lo más pronto posible porque aún me faltan un par de escenas por escribir, no os preocupéis que a partir del capítulo seis empezará a haber algo de acción :P

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